
El sujeto le dice al encargado de la funeraria que le ponga la peluca, ya que ella no quería que nadie se enterara que la usaba, solamente lo sabían ella y él. Le pide que de cualquier forma le coloque la peluca, pero que quedara bien, mientras él entretenía a los familiares y amigos.
Al rato, vuelve el marido, se acerca al cajón, llora al lado de su mujer y disimuladamente tira de la peluca para ver si estaba bien colocada.
El tipo queda satisfecho y se retira de ahí y se acerca al responsable, y en voz baja le pregunta cuánto le va a cobrar.
"¡Qué le voy a cobrar por dos clavitos!", le responde el encargado
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